La princesa nabo (cuento de hadas inédito)

Franz Xaver von Schönwerth (1810-1886), contemporáneo de los hermanos Grimm, recopiló cientos de cuentos de hadas que solo hasta hace muy poco fueron redescubiertos. Aquí está lo que imagino que es la primera traducción al español de este cuento de hadas inédito.

LA PRINCESA NABO

Traducción e ilustraciones de Carlos Mal


Un joven príncipe se perdió en el bosque y llegó a una cueva. Pasó la noche allí, y cuando despertó vio a su lado a una vieja con un oso y un perro. La vieja bruja se enamoró del príncipe y quería que se quedara con ella para casarse. Él no la podía soportar, pero le era imposible irse de su lado.

Un día, el oso estaba a solas con el príncipe y le dijo: "Saca el clavo oxidado que está en la pared para que seas libre; después colócalo debajo de un nabo en el campo; de esta manera tendrás una esposa hermosa". El príncipe sacó el clavo con tanta fuerza que hizo que se sacudiera la cueva y el ruido fue como el de un trueno. Detrás de él, el oso se puso de pie transformado en un hombre barbudo con una corona en la cabeza.

"Ahora voy a encontrar a una hermosa doncella", exclamó el príncipe, y salió con agilidad. Llegó a un campo de nabos, y estaba a punto de colocar el clavo debajo de uno de ellos cuando apareció un monstruo; se le cayó el clavo, se pinchó un dedo en un arbusto de espinas y comenzó a sangrar tanto que se desmayó. Cuando despertó vio que estaba en otra parte y que había dormido mucho tiempo, pues en su mentón había crecido una barba rubia y rizada.

Se levantó y echó a andar por los campos de nabos, pero no lo encontró lo que buscaba. Días y noches pasaron. Una tarde se sentó en una colina debajo de un ciruelo silvestre que tenía flores rojas en una de sus ramas. El príncipe rompió esa rama y como había un nabo grande y blanco en el suelo, clavó la rama de ciruelo en el nabo y se quedó dormido.

Cuando se despertó al día siguiente, el nabo a su lado parecía una gran concha abierta; ahí estaba el clavo, y la pared del nabo parecía una cáscara de nuez, cuyo núcleo parecía dar forma a una imagen: vio allí grabados el delicado pie, las finas manos, todo el cuerpo e incluso la fina cabellera, que solo podían pertenecer a la muchacha más hermosa.

El príncipe se puso de pie y comenzó su búsqueda, y llegó por fin a la vieja cueva en el bosque, pero no encontró a nadie. Sacó el clavo y lo clavó contra la pared de la cueva, y entonces aparecieron la anciana y el oso. "Dime, pues sé que tú lo sabes", espetó el príncipe ferozmente a la anciana, "¿dónde has puesto la bella joven?" La anciana soltó una risita al oír esto y dijo: "Si me tienes a mí, ¿por qué me desprecias?" 

El oso también asintió con la cabeza. "Eres honrado, sin duda", dijo el príncipe, "pero no voy a volver a ser el tonto de esta vieja". "Solo tienes que sacar el clavo", gruñó el oso. El príncipe lo hizo: jaló el clavo y lo sacó hasta la mitad; miró a su alrededor y vio que el oso estaba medio convertido en humano, y la odiosa vieja estaba casi transformada en una muchacha bella y gentil. Entonces sacó el clavo por completo y corrió a los brazos de ella, pues la había liberado de un hechizo, y el clavo se consumió en llamas, y la joven pareja de novios viajó con su padre, el rey, (que era el oso), a su reino.


WAT

Fuente: guardian.co.uk
Traducción del inglés: Carlos Mal.

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